En Armenia, poco antes de venirnos para Canadá, teníamos un grupo formado por 7 u 8 familias que estábamos en el proceso de emigrar hacia Canadá. Nos reuníamos cada 15 días, generalmente en el centro comercial Portal del Quindío, y compartíamos ideas y nos contábamos como iban nuestros respectivos procesos. Ahora ya todas esas familias estamos en Canadá. La mayoría en Montréal y la familia de Hugo y la nuestra aquí en Sherbrooke.
La semana anterior llegó Carlos Alberto con su familia aquí a Sherbrooke. Es la última familia de ese grupo de Armenia que faltaba por llegar a Canadá, y su demora se debió a que tuvo algunos problemas en su proceso que le retardaron su llegada. Ayer los acompañé a hacer un recorrido por la ciudad, mostrándole algunos de sus secretos. Fuimos a los sitios donde es posible conseguir ropa, muebles u otras cosas a precios realmente baratos, visitamos los más importantes almacenes de cadena, fuimos a Future Shop, ya que están interesados en comprar un computador, etc.
Visitamos también algunos apartamentos para alquilar y es inevitable hacer la comparación de cuando llegamos nosotros aquí y visitamos los primeros apartamentos. Recuerdo que esa vez me sentí bastante frustrado por cuanto, a pesar de haber estudiado francés en Colombia, no entendía prácticamente nada de lo que decían. Ahora ya hice de traductor y hasta puede uno hacer chistes o conversar más naturalmente con las personas quebequenses.
Conversando con Carlos Alberto, también recuerdo todas esas ideas que uno trae de Colombia recién llega, algunas de las cuales permanecen y otras que cambian. Por ejemplo, cuando uno llega la primera cosa en la cual se piensa es en trabajar. Buscar un trabajo rápido, en lo que sea, es la priorida número uno. Después, uno va viendo que es probable que sea necesario estudiar y que se puede vivir relativamente bien aún sin trabajar (al menos por el momento).
Otra aspecto que me llama mucho la atención es la diferencia entre las velocidades de vida entre Colombia y Québec. En Colombia, todo es mucho más rápido, más acelerado, la velocidad a la cual se hacen las cosas es más alta. Aquí en Québec todo es más pausado, más lento. Por eso los primeros días recuerdo que sentimos cierto deséanimo, ya que queríamos hacer muchas cosas lo más rápido posible (queríamos hacer todos los trámites, trabajar inmediatamente, etc.) y fue un poco difícil comprender que aquí los procesos son mucho más lentos y es necesario tomarse el tiempo para hacer cada cosa de la forma debida.
Finalmente, a un poco más de año y medio de haber llegado, y haciendo la comparación con todas las expectativas que teníamos cuando pisamos suelo canadiense, debo decir que el balance es muy positivo, ya que hemos encontrado aquí una sociedad que nos ha acogido y en la cual podemos vivir muy bien, con la tranquilidad que desgraciadamente no se tiene en nuestro país. También debo reconocer que aún nos faltan muchas cosas por hacer y por conseguir aquí, pero ya estamos un poco más acostumbrados a la velocidad, a veces en cámara lenta, de los procesos de aquí, y por ello creo que ahora todo es más fácil.
Mi hijo quiere un carro nuevo
Hace 6 meses
No hay comentarios:
Publicar un comentario